lunes, 16 de noviembre de 2009

Quise viajar
como una
canción.
Que todo
pase en segundos
en tiempos
diferentes
el mismo
tiempo
de la canción
que suena
y dura
como fuego
que se graba
como estigma
en el alma.
Y pienso
si este
es el último
cigarro
que voy a fumar
o en los
retorcijones
de frituras
y malos hábitos
que siento,
en la risa
que es tan
barata
y sigue
volviendo
locos
a todos
esos tipos
que digo
conocer.
En la cárcel
sin privacidad
donde mueren
tipos
que cantan
y esperan
al que viene
bajo la luna
de la mano
de la muerte
para solo
estar con ella
una vez más
y ese
instante
que dura
una canción
tratar
de bajar
toda
la información
posible.
Pero no es
tan poético
con estas
cuchas,
la radio,
la televisión
y la mirada
se vacían
como el día
y la eternidad.
Un barco
llega a puerto,
un avión
despega,
un borracho
se resbala,
un tipo
usa todos
sus electrodomésticos
a la vez
sin sentido
como instantes
del tiempo
que sin querer
darme cuenta
trae la canción
como reflujo
del mar
negro
que taladra
como un loco.

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