lunes, 22 de septiembre de 2008

Soñé un mar inmenso
donde mucha gente chapoteaba.
Flotaban juguetes alrededor
como recuerdos perdidos
en otra época, en otro cuerpo:
pensamientos.
Un músico encontró
un contrabajo, justo a mi lado,
era particular y desplegable
como un antiguo biombo.
Lo ejecutaba y no se por qué
deduje que era jazz mojado,
orgulloso.
Un mar de eternidad
que volvía y se iba
mientras un espíritu
nos mezclaba para elegir
y volver a repartir.
La vida y el latir
de un flujo insaciable.

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