domingo, 19 de octubre de 2008

Una vieja dormía
en un zaguán.
¡Qué plácida
dormía
acunada por su silla
en el zaguán!
Perece que los años
le pesan y se duerme
en cualquier parte
o simplemente
cansada de tanto trabajar
recostó su sueño al aire
a la sombra de un arrabal.
Mofletudas las piernas
las mejillas y riñones
irradiaba el sueño
de los que no acotan
por miedo a quedar mal.
¡Era bella la señora gorda
como el calor del sol,
dormía aquella abuela
a la sombra de un arrebol!

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