lunes, 26 de enero de 2009

Esos ojos de acero
que buscan mascotas,
esos ojos de jade
que brillan afilados
no confían en nadie
no eligen callar
los paraísos que vienen
sin saber de donde.
Mi soledad quiere renunciar
a todos los intentos
de compartir el fruto
podrido de juntarse
a perder la existencia
convirtiendo la boca
en un conventillo
que se escuda en la humildad
simpatizando con su culo
sentado dispuesto a criticar
la valentía del creador
que sin locura,
la imaginación escapa,
que con el cemento
de lo cotidiano no se entiende
lo extraño de bailar.
Mis amantes ojos de acero
mi orgulloso sistema de espadas
mi corona de jade en el río.
Aquellos van matando amigos
con sencillito negocio violento
que venden sus débiles narices
al polvo de huesos
alimentado de almas perdidas.
Cuentos pequeñitos trillados
tísicos
enfriados
con paños de niños
que sufren de fiebre
bajo una larga noche
cobijados
por Jesús
que también
tiene sus infiernos
cuando sangran
sus oídos
al escuchar
que hablan de él
sin aprender nada.
¿Hasta cuando
nos vamos a perdonar?
Para volver a la misma
mísera mirada
que no vale nada
porque no puede
hacer valer nada
de su vida pequeña.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me canse de ser la inspiradora nefasta