miércoles, 7 de enero de 2009

Llamea la luz verde eléctrica
en las finas agujas de mi ser
que a veces bailan lentas
agobiadas al terror de la mirada.

Rígida la soledad no es mortuoria
fría la libertad se balancea
atónita la lengua se traba
masticando la canción trunca.

Ribeteados mis ojos de leche
esparcen el viento sideral
en la pleamar del universo
el aroma se hace fuego incierto.

Sin el pulso no pierdo rumbo
sin mi vida la sonata enloquece
creyendo muchas inspiraciones de aire
alrededor del colchón rojo en sangre.

Son otras vidas los sonidos en la noche
si duermo o despierto en las montañas
mi cuerpo mimetiza cambios en alborada,
para mi espíritu un sol joven es culpable

de tanta velocidad inexplicable
que las máquinas de carne no aguantan
el rojo suspiro que inspiraste
a la deriva entre glaciares y mares.

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