miércoles, 8 de octubre de 2008

ROJO, ROSA Y BLANCO

Escucho en mi circunferencia
los cantos de cigarras
como órganos de iglesia.
Bebiendo jugo de roca,
pensando en el agua
que recorrió tu cuerpo
mientras me mirabas.

Un canto al infinito
de la sonata oscura,
silenciosa y penetrante,
decía todo aquello
que escondían tus cabellos.
Colorado como crepúsculo
en la nieve.

Sos nieve, sol y cielo,
un cuerpo pecador
lleno de pecas.
Sonriendo como nena
mimada por estrellas
no viste los abismos
ni los truenos de la tierra.

Huelo río en el aire
y mi vida se agiganta
en un flujo de emociones.
La lluvia corta el cielo
revelando un secreto
de cigarra.
La diosa el agua
se presenta
con delicado paso.

Miles de ojos verdes
reflejan gotas por la ventana
cubiertos por la noche eterna.
Siento manos callando mi voz
y dedos cerrando mis parpados.

Este poema es
la imaginación de un beso,
este beso es la imaginación
de un poema.
Los frutos fueron devorados
por el destino en la cena.

Por miedo a quebrar la belleza
decidí no tocar.
Mirar, imaginar, crear
proyectando mil recuerdos
en la sangre,
tuya mía y del cielo.

Rojo, rosa y blanco
también negro...

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